Una frecuencia diferente

Ladakh ha sido conocido por diferentes nombres, como 'Tierra de pasos', 'Tierra de lamas', 'Pequeño Tíbet' o 'Tíbet Indio'.

Suelo decir que cuando llegas a Ladakh, la mente entra en una frecuencia diferente. El corazón queda cautivado por la impresionante belleza de estas montañas, la profundidad y el corazón abierto de la gente de Ladakh y la cultura del budismo tibetano de esta sociedad.

Este pueblo ha estado explorando el Silencio desde hace siglos, siguiendo las enseñanzas de Buda. Creen que como seres humanos podemos alcanzar la liberación del sufrimiento. Ladakh es la última parte del mundo donde aún podemos encontrar una sociedad tibetana viva.

Comenzó a ser habitado cuando los nómadas tibetanos se establecieron aquí. Al principio fue una parte autónoma de Tíbet, más tarde se convirtió en parte del estado de Jammu y Cachemira, en India.

La esencia de la cultura de Ladakh está arraigada en el budismo tibetano.

La humildad y la sencillez de esta gente, que cree y practica el camino de la compasión y el amor incondicional hacia la Iluminación, para el bienestar de todos los seres, es un recordatorio constante para nosotros, de lo que es realmente importante en estos tiempos turbulentos.

Es fiel a las costumbres ancestrales donde la vida se caracteriza por una intensa espiritualidad.

Ladakh es como un momento olvidado en el tiempo. Es común aquí encontrarse con pueblos tallados en la propia ladera de la montaña, estupas que alcanzan el cielo, monasterios que cuelgan virtualmente de los acantilados y rocas. Sus interiores están llenos de antigüedades y arte invaluables.

 

Entre 3.000 y 7.600 metros de altura

Ladakh es donde las fuerzas de la naturaleza conspiraron para crear un paisaje mágico e irreal, un paisaje de extremos; desierto y aguas azules, sol abrasador y vientos helados, glaciares y dunas de arena. Se encuentra a una altitud de 3.000m a 7.600m.


Leh, la capital, es una ciudad antigua llena de encanto y vida. Aquí los budistas y los musulmanes viven juntos de manera pacífica y armoniosa.

Es hermoso pasear por sus estrechas calles empedradas cruzadas por canales de agua fresca y clara. Antiguos monasterios, estupas, casas tradicionales ladakhi, mezquitas, el barrio musulmán y el budista, tan diferentes...

Aquí tenemos la oportunidad de conocer a personas de todo el mundo, incluyendo muchos refugiados tibetanos.


Para mí, desde la primera vez que caminé por esta tierra, ha sido un privilegio compartir la vida diaria, aprender de su forma de vivir, relacionarme con la vida y con lo divino. Han sido una inspiración en mi camino hacia la paz interior y la claridad mental.

Pasando tiempo con una familia local, meditando con los lamas en monasterios remotos, caminando por las montañas encontrando estupas, banderas de oración, piedras talladas con el "om mane padme hum"... ha sido un apoyo constante en mi camino.